Según Juan Gabriel Vázquez, "La Vorágine" es el “Corazón de las Tinieblas” de América Latina

Según Juan Gabriel Vázquez, "La Vorágine" es el “Corazón de las Tinieblas” de América Latina

08 de ago de 2024

Este episodio conmemora los 100 años de la publicación de La vorágine, una novela de José Eustacio Rivera que sigue vigente en el contexto literario y social de Colombia, explorando las atrocidades de la explotación cauchera en el Amazonas y su impacto en los pueblos indígenas.

Capítulos

La vorágine y su vigencia

La vorágine, escrita por José Eustacio Rivera y publicada en 1924, expone los abusos cometidos por la explotación cauchera en el Amazonas, particularmente por empresas como la Casa Arana. La novela es un testimonio vigente de la denuncia de la esclavitud y genocidio indígena en el contexto amazónico.

Exploradores, Soñadores y Ladrones

Este libro, resultado de una colaboración entre el Hay Festival y el Museo Británico, recopila textos de varios escritores y ofrece un pretexto para explorar los objetos latinoamericanos en museos europeos. Juan Gabriel Vázquez participa con un texto sobre Eugène Rabuchon, explorador francés que desapareció misteriosamente en el Amazonas.

Rivera y Conrad: similitudes en su obra

José Eustacio Rivera y Joseph Conrad comparten una orientación similar en sus obras, denunciando las atrocidades coloniales en sus respectivos contextos. Sus trabajos son comparados por la manera en que exploran las entrañas del poder y la explotación humana.

El legado de Roger Casement

Roger Casement, cónsul británico, investigó las explotaciones en el Congo y la Amazonía. Sus reportes revelaron las atrocidades tanto de Leopoldo II de Bélgica como de la Casa Arana, conectando narrativas de denuncia que resonaron en obras de Rivera y Conrad.

Conclusión

La vorágine sigue siendo un referente literario que resalta las injusticias históricas sufridas por los pueblos indígenas en el Amazonas. La obra de José Eustacio Rivera, junto a las contribuciones de escritores contemporáneos como Juan Gabriel Vázquez, mantiene viva la reflexión sobre quién escribe la historia y cómo se narra el pasado.

Menciones

Ver transcripción
               se cumplen 100 años de la vorágine la novela escrita por jose eustacio rivera y que fue publicada en 1924, cuando todavía el mundo no había podido entender ni saber los atropellos que habían cometido los caucheros y casas como la Casa de Arana contra los indígenas, que eran los trabajadores que extraían el caucho en las selvas del Amazonas. En la novela, el antagonista es el dueño de una de esas empresas caucheras, la Casa Arana, que existió en realidad y que lideró por mucho tiempo Julio César Arana. Pero el personaje principal de la novela y el narrador se llama Arturo Cova, un joven tolimense que estudió en la capital y que además de intelectual era poeta. era poeta. Cova, buscando escapar de la cárcel, decide huir con su amante, Alicia, y se lanza a la aventura en la selva hasta terminar devorado por ella. Son muchísimas las conmemoraciones que se están haciendo en estos 100 años que se cumplen de esta novela que sigue siendo cada vez más vigente. Y dentro de esos homenajes me tropecé con un libro que llegó a mis manos. Su título, Exploradores, Soñadores y Ladrones, de editorial Anagrama, y es una copilación de textos de grandes escritores de todo el mundo y que fue producto de una idea que surgió entre el Hay Festival y el Museo Británico de Londres. Uno de esos escritores que están en este libro es Juan Gabriel Vázquez, sin duda uno de los novelistas colombianos más importantes de su generación, un escritor pulcro que investiga a la hora de crear sus personajes y sus novelas y que tiene una obra extensa, marcada por novelas como Los informantes, que fue su primera novela, que apareció en el 2004. Otro libro imperdible de Juan Gabriel Vázquez, El ruido de las cosas al caer, que publicó en el 2011, seguido por Las reputaciones en el 2013, hasta su última novela, seguido por las reputaciones en el 2013 hasta su última novela, Volver la vista atrás, donde hace un reportaje sobre la vida y la familia del director de cine Sergio Cabrera y cómo terminó él considerando la lucha armada como una vía para cambiar las cosas, para después entender que esa vía no era la que lo llevaba a los cambios. Juan Gabriel también ha sido ensayista y recuerdo ahora uno que hizo sobre esa Colombia después del Acuerdo de Paz, que tituló Los Desacuerdos de Paz. después del acuerdo de paz, que tituló Los desacuerdos de paz. Hoy, Juan Gabriel Vázquez es nuestro invitado aquí en A Fondo. Y la razón por la cual está aquí con nosotros tiene que ver con una de sus grandes obsesiones, la vorágine. Es un secreto a voces en el mundo literario que Juan Gabriel Vázquez desde hace rato viene cocinando una novela sobre José Eustacio Rivera. cuando publicó La vorágine, sino por todo lo que vino después y toda la cantidad de mit texto que escribió para el libro Exploradores, Soñadores y Ladrones, en donde aparece junto con Selva Almada, Rita Indiana, Josefa Sánchez Contreras, Philip Sanz y Gabriela Wiener. Juan Gabriel escribe una historia que tiene que ver con un personaje fundamental que hace parte de la cosmogonía de la vorágine de José Eustacio Rivera y que se llama Eugene Rabuchon, un explorador francés que era fotógrafo y que desapareció en circunstancias muy extrañas en el río Caquetá en 1906. Él había llegado allá, a esa selva, contratado por la casarana, para que hiciera unas fotos sobre los límites de sus propiedades. los límites de sus propiedades y en la medida que fue desempeñando su trabajo se dio cuenta del grado de esclavitud con que la Casa Arana mantenía a los indígenas que trabajaban en la extracción del caucho. Tomó fotos y registró en ellas el drama humano que vivieron miles de indígenas y que según los datos históricos produjeron la muerte de cerca de 80 mil indígenas entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Uno no sabe cuando termina la historia que usted escribió y que se llama Papel bajo la lluvia, si todo lo que cuenta usted es verdad o si es mentira. Lo mismo que le pasa a uno cuando uno lee la vorágine y conoce mucho de lo que pasó en la vida personal de José Eustacio Rivera y del país en ese momento. Lo que sí podemos decir es que usted tuvo acceso a los archivos de Eugene Rabuchon y que a partir de eso usted escribió esta historia. ¿Quién es Eugene Rabuchon? ¿Y por qué su obsesión con la vorágine? Este libro, que es una invención del Hay Festival con el Museo Británico, tiene un pretexto que nos pareció maravilloso a los invitados a colaborar en el libro. Y es la idea de que el Museo Británico está lleno de objetos o documentos en sus sótanos acerca de América Latina, que muy rara vez salen a la superficie y sobre la cual el Museo Británico está llevando a cabo una serie de, digamos, de psicoanálisis de los museos, preguntándose cómo llegan estas cosas a estar en posesión del Museo Británico, estas cosas desde Latinoamérica, documentos, objetos que forman parte de la historia y de la cultura de la América Latina, cómo acaban en un museo británico y qué nos dice eso sobre nuestras sociedades. Estamos, yo creo, todas en Occidente estamos llevando a cabo una gran conversación sobre los museos, sobre lo que significa un museo, qué debe ser, para qué sirve, cuáles son sus sesgos, tiene sesgos tal vez colonialistas, tiene sesgos de otro tipo y el museo británico está haciendo esa especie de ejercicio de transparencia y de análisis que es maravilloso, que consistió en abrirles a los escritores los depósitos y los sótanos para que uno buscara documentos u objetos que le interesaran y escribiera sobre ellos en este libro. en este libro. Yo descubrí entre los documentos que me presentaron para escoger, este era el más seductor, era el informe escrito a mano por Eugène Robuchon, el fotógrafo francés que exploró la selva, el Putumayo y empezó a denunciar lo que veía. Y ese documento me sedujo inmediatamente y pensé, esto es lo que yo quiero explorar. Y entonces me inventé una historia. Me inventé a un personaje que digo que es un amigo mío. ¡Ay, no! Yo caí. Esa es la idea. Yo pensé que era Roberto Franco y dije, usted está hablando de Roberto Franco que en paz descansa. No, este es un personaje que se basa en un amigo. Usted se inventó. Sí, pero me invento la situación a partir de una realidad de mi vida de novelista, que es un proyecto en el que llevo trabajando muchos años, de una novela sobre José Eustacio Rivera. ¿Es cierto? Esto es cierto, sí. Ah, porque es que ahí usted dice que lo contacta primero su amigo porque sabe que usted está escribiendo una novela de José Eustacio Rivera. Exactamente. Está escribiendo una novela sobre José Eustacio Rivera. Estoy en una etapa que es muy larga para mí. ¿Hace cuánto comenzó con eso? 15 años. Pero es que mis proyectos duran mucho tiempo en Salmuera, ahí transformándose, pasando de ser interés a ser obsesión, y luego de obsesión a escritura, ese proceso es larguísimo. O sea que sí es cierto lo que dice usted, lo que le pregunta. Esa parte sí, pero es falso, es ficticio que mi amigo haya descubierto una serie de documentos y venga con revelaciones, esos documentos los descubrí yo, y lo que mi cuento, mi falsa crónica, trata de explorar es el misterio alrededor de la vida de Robuchon, que es este francés fotógrafo que sale en la vorágine sin su nombre. No hay nombre, exacto. No hay nombre, es el francés. Es ese francés nomás, sí. Y lo que la novela de Rivera cuenta acerca del francés es que, como era fotógrafo, acerca del francés es que, como era fotógrafo, se puso a tomar fotos de las atrocidades que veía, de los indígenas mutilados, de las huellas, de sus torturas, de los latigazos en la espalda, y la novela sugiere que por esas indiscreciones, por ese meterse en lo que no le importaba, lo desapareció, la cazagrana. Es el que verdaderamente se comió la selva. Claro, se lo comió la selva a él, igual que a los otros personajes. Y alrededor entonces de ese misterio, traté de construir un cuento que reflexiona sobre una situación que fue real, que es que Robuchon hizo un informe sobre lo que estaba viendo y después la Casa Arana, después de el muerto, la Casa Arana lo publicó, pero muy editado, eliminando todo lo que era incómodo, eliminando todas las frases que hablaban de la esclavitud de los indígenas. eliminando todas las frases que hablaban de la esclavitud de los indígenas. Y eso es un suceso que para mí reflexiona de manera muy directa acerca de una de mis grandes obsesiones de toda la vida, que es quién escribe la historia y cómo el poder o los poderosos tienen la posibilidad de controlar el relato que nos cuenta nuestra historia. Y de ahí sale esta falsa crónica que la engañó a usted. Después de que su informe es editado, Rabuchón sigue insistiendo en que se conozca la verdad. Manda sus fotografías primero a la prensa peruana y después a la prensa inglesa, a un semanario que se llama The Truth, y allí empiezan a publicar sus fotografías. los que nos oyen lo entiendan bien, es Robuchon va, hace estas exploraciones en los primeros años del siglo XX y escribe su informe en 1904. Después de escribir su informe, le quedan unas inquietudes y empieza a viajar otra vez, a hacer otro viaje, abiertamente en busca de los testimonios de las atrocidades y tomándole foto a todo lo que ve. Y ahí es cuando misteriosamente, en medio de un viaje, de repente desaparece y nadie sabe cómo se fue de un campamento, nadie sabe, no aparece su cuerpo, es completamente esfumado. completamente esfumado. No voy a contar cómo es que usted decidió en su cuento contar la muerte de Rabuchón, que es también todavía un misterio. Pero la historia dice que Rabuchón iba en el río Caquetá y que al pasar unos rápidos sufre un accidente y se cae de la canoa. Logra sobrevivir y llega a una bahía con varias de las personas que lo acompañaban. Algunos de ellos deciden que tienen que ir por ayuda y Raúl y otros se quedan ahí a la espera de que la ayuda llegue. Sin embargo, cuando finalmente llegan los socorristas, no hay rastros ni de él ni de su gente. Y usted dice que esos socorristas lo único que encuentran es un papel que dejan pegado a un árbol con un mensaje que no se pudo leer porque la lluvia deshizo las palabras. Esto, impresionantemente, es verdad o parece verdad por la versión real de alguien que fue un capitán inglés que se interesó muchos años después de la desaparición de Robuchon en el destino de Robuchon. Entonces fue a la selva, hizo sus averiguaciones. ¿Cómo se llamaba ese capitán inglés? Thomas Swiffen. a uno de los trabajadores antiguos de la Casa Arana que le cuenta esta historia, que fue testigo del final de Robuchon y le cuenta esta historia, le cuenta del papel mojado. Entonces, por supuesto, la idea de un papel en el que Robuchon puede haber escrito su destino, puede haber contado quién lo mató, puede haber dado alguna pista sobre sus últimas horas y que esté ilegible por la lluvia, eso para cualquier novelista es una inspiración inmediata. Entonces de ahí sale mi cuento que se llama Papel mojado, pero lo más impresionante es que esa parte no me la invité yo, esa parte es verdad, Lo del inglés que va a investigar y se encuentra con esta pista perdida que ya no puede reconstruir. Pero además usted cuenta que ese capitán inglés que va y ve lo que pasó no es el que cuenta la historia, sino que quien lo cuenta es otra persona. Eso sí es cierto también, y también es otra gran reflexión sobre quién cuenta la historia. Porque después de que el inglés va, encuentra esto, y escribe un libro él, con su propio nombre, que dice, miren lo que descubrí. Muchos años después nos enteramos de que en realidad él no fue al sitio, él no fue al antiguo campamento, él no descubrió el papel mojado, sino que fue otro, el extrabajador historia la cuentan las historias. Le cuentan al narrador, que es el periodista, el que saca la historia. No necesariamente en periodismo la fuente es el que narra. Estas sutilezas a mí me obsesionan. Pero volvamos a su obsesión, a la obsesión de escribir sobre la vida de José Eustacio Rivera. ¿De dónde nace? Bueno, sobre eso hay mucho que decir. Rivera publica la novela en el 24 y las primeras reacciones son muy escépticas. Hay gente que lo critica diciendo que esto no es una novela, es un reportaje, porque está demasiado anclado en la realidad y tiene una voluntad clara de denuncia. De hecho, cuando la novela se va a publicar, los anuncios que aparecen en la prensa hacen sonar el libro como si no fuera una obra de arte literaria, sino un documento de denuncia. Entérese usted de lo que está pasando con Los Caucheros, los anuncios eran en ese tono. Era una denuncia. Era una denuncia. Era una denuncia. Y lo critican por eso, porque esto no es una novela, es una denuncia periodística. Pero otros lo critican también porque es una cosa demasiado truculenta, que parece de la crónica roja, le dicen, llena de violencia y de sexo y de muerte y de escenas terribles, aquella escena fantástica en la que a un personaje se lo comen las pirañas. Y entonces lo acusan de que la novela es simplemente un vehículo para contar las aventuras de José Eustacio Rivera. Y otros la toman por un documento tan real que van a donde Rivera y le dicen, yo me ofrezco para ayudarle a la pobre Alicia. A la pobre Alicia que quién sabe dónde está. Así que se quedó. Que se quedó por allá, yo me ofrezco para ayudarle. Es correcto. Entonces hubo esa confusión desde el principio. Que Rivera alimentó maravillosamente, porque parte de las fotografías de las que usted hablaba en la primera edición, hay unas que son fotografías de ficción, que son maravillosas. Está Rivera, aparece él mismo, pero debajo dice Arturo Cova en el resguardo tal, y dice fotografía tomada por Zoraida Airam. Bien, Arturo Cova y Zoraida Airam son personajes de ficción de la novela. Y aquí entonces Rivera está creando un malentendido maravilloso que podría haber salido de los libros de ahora de W. G. Sebald, un alemán que mete fotos en los libros con una intención muy particular. Y son técnicas de una modernidad maravillosa. De manera que él alimentaba ese malentendido entre el reportaje y la ficción, entre la denuncia y la literatura. Pero es que aparte de eso, recibió críticas muy duras la primera edición de parte de gente que decía que esto es una novela de poeta y que lo hacía además en un lenguaje rimbombante al que se le notaban, eran las primeras críticas, al que se le notaban los endecasílabos y los alejandrinos, porque Rivera efectivamente era verdad, era un poeta, tenía un libro de sonetos que se llamaba Tierra de Promisión, y no pudo evitar que los versos se le metieran en su prosa. Entonces su prosa estaba llena de alejandrinos y de endecasílabos y de métricas que pertenecen a la poesía y no a la prosa. Y alguien se lo señaló y él lo corrigió efectivamente. Él aceptó la crítica y la corrigió. Lo otro, Juan Gabriel, es que la vida, la vida personal de José Eustacia Rivera se volvió un drama de novela. Porque él empezó a pelear con la casarana y a recibir ataques que afectaron su salud. Entonces lo que le pasa a él es que lo invitan a ser parte de una comisión que se reúne en La Habana, en Cuba, en el año 28, él como parte de una comisión colombiana sobre inmigración, y se va para La Habana, y cuando está en La Habana decide hacer realidad un sueño viejo que tiene, y se va para Nueva York con la intención de publicar la quinta edición de La Orágine en Nueva York, hacerla traducir al inglés, y tratar de hacerse millonario con la adaptación cinematográfica, él estaba convencido de que eso iba a pasar así de fácil, llegó en abril a Nueva York, en noviembre más o menos salió la quinta edición de La Orágine y él estaba feliz, él pensaba que iba a lograr la adaptación al cine y que iba a ganar un dinero con eso, y en ese momento, enferma, de repente sale la quinta edición, la tiene en sus manos, la manda a Colombia con un piloto que va a tratar de hacer un vuelo de aventura a tratar de llegar en bimotor desde Nueva York a Bogotá en menos de 40 horas y Rivera le entrega dos ejemplares de la vorágine quinta edición, uno para el presidente y otro para la Biblioteca Nacional de Colombia. Y luego se va para su casa con toda esa cantidad de proyectos, se enferma, a los tres días cae en coma y a la semana muere. Y nadie sabe todavía qué le pasó. Al año siguiente, un intelectual mexicano, José Juan Tablada, dijo que lo había matado la selva, que había una flecha envenenada con curare que había atravesado los años y las geografías para llegar a Nueva York tantos años después y matar a Rivera porque, dice Tablada, la selva no perdona. Y eso evidentemente es una metáfora de otra cosa, pero todo para decir que hay un misterio en la vida de Rivera que no se ha resuelto y hay, como nos conviene a los latinoamericanos, hay teorías de la conspiración sobre esto. En el fondo La vorágine es una novela de denuncia, como fue la de Cien años de soledad de García Márquez. Tenía la grandeza de tantas de las novelas que han definido el siglo XX latinoamericano, de ser al mismo tiempo un documento humano, social, político, muy potente, y hablar de cosas incómodas y recordar lo que gente muy poderosa quiere que se olvide o que no se sepa, y al mismo tiempo una obra literaria, es una historia de amor finalmente, comienza siendo una historia de amor, y es además una novela de un registro literario muy particular, parece como salida de otra época, del siglo XIX, la lengua de Rivera es muy pesada, es exuberante como la selva, dice mucha gente, muchos de sus lectores. Pero al mismo tiempo la construcción de la novela es absolutamente moderna. Esa idea del manuscrito encontrado tal como lo pone Rivera, Rivera encabeza la novela con una nota firmada por él mismo, por un José Eustacio Rivera, que recibe del cónsul de Manados el manuscrito, y dice, y yo lo preparé para la publicación, yo más o menos lo corregí, lo pulí un poco y lo preparé para la publicación, y aquí lo muestro. Y la novela termina con otra nota en la que se trata de averiguar qué fue lo que le pasó. Se pide la información sobre el destino de esos personajes, sobre los cuales acabamos de leer. Y esa es la famosa última frase de la novela, se los tragó la selva. Pero yo quiero hablar no solo con el Juan Gabriel escritor, quiero hablar con el Juan Gabriel traductor, al que fue el primero que yo conocí allá hace muchos años en Barcelona. Usted de corazón es traductor y hace unos años decidió traducir un libro que tiene mucho que ver con lo que estamos hablando. Además porque se unen con los personajes que tienen que ver con esta historia. Me refiero al Corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Un libro que debió haber sido muy difícil de traducir. Conrad era polaco, pero escribió siempre en inglés. Pero sin duda, los dos libros, Vorágine y El corazón de las tinieblas, son dos libros que hablan de la injusticia, de lo que nos dejó la colonización, y son también unas denuncias impresionantes sobre atropellos y abusos. Bueno, yo me gané la vida como traductor muchos años, como usted decía antes, así nos conocimos en Barcelona. Y sigo sosteniendo, y lo he dicho muchas veces, que la traducción es la mejor escuela de escritura. Es decir, si alguien me pregunta cómo se aprende a escribir, yo digo, si uno tiene el privilegio de más de una lengua, la traducción es la mejor escuela porque finalmente aprendemos a escribir leyendo y nadie lee tan bien como un traductor. El traductor es el lector perfecto que descubre los mecanismos secretos de una frase, cómo se construye un párrafo, todos los matices de los usos de la lengua se aprenden traduciendo. los matices de los usos de la lengua, se aprenden traduciendo. Y la traducción del Corazón de las Tinieblas para mí era una especie de reto personal, no sólo por mi cariño por Conrad, que ya había producido una novela que publiqué en el año 2007, Historia Secreta de Costaguana, y Con radeció siempre muy importante para mí y el corazón de las tinieblas es una novela que para mí es una de las puertas de entrada al siglo 20 se publicó en 1899 y su discusión y su exploración de de los fenómenos del colonialismo, de las atrocidades cometidas por el colonialismo belga en el Congo, es el fondo real de una narración que es mucho más ambigua, mucho más metafórica, que no es una denuncia o no es solamente una denuncia, sino es también una exploración profunda del mal, de nuestro contacto con el mal. De la naturaleza y de la condición humana. De la naturaleza codiciosa, atroz de la condición humana y de la ambición humana. Y lo que la novela cuenta es ese viaje de un marino que se llama Marlow, que es una especie de alter ego de Conrad en varios libros, que remonta al río Congo. Conrad en la novela no lo nomb mucho, que lo explícito es fatal para el arte. Es decir, que mientras más ambiguo sea todo, mejor para la obra de arte que debe ser una novela. un colonialista enloquecido que después de explotar el marfil durante muchos años se volvió loco y se volvió una especie de figura, tutelar casi una especie de pequeño dios para los nativos del lugar y enloquece. Y esa es la persona que Marlow tiene que ir a rescatar desde el fondo de la selva. Y en ese viaje de penetrar en los lugares oscuros de un territorio desconocido, a ese viaje Conrad lo transforma en una gran metáfora de lo que es nuestro viaje a lo más oscuro que somos. de lo que es nuestro viaje a lo más oscuro que somos. ¿Le resultó fácil traducir a Joseph Conrad, que es un escritor polaco que aprendió muy tarde a escribir en inglés? Es una curiosidad y es una de las razones por las que traducirlo es particularmente difícil. Claro, porque su inglés recibe mucha influencia de las lenguas latinas, porque él hablaba francés muy bien. Antes de aprender el inglés, habló francés, y un francés muy literario. Y además, los rezagos, los remanentes de su polaco natal. Entonces, el inglés es una mezcla de muchas cosas y tiene una textura, unos registros muy difíciles de reproducir para el traductor. Y en esta novela además había que conservar cierto tono oral, porque la novela la cuenta de viva voz un narrador durante unas horas. Conrad en ese caso se parece en algo a José Eustacio Rivera, porque los dos se van de exploradores. Conrad se va de explorador como marinero por el Congo y José Eustacio Rivera se va como explorador, como topógrafo, para medir las fronteras en la selva colombiana. Y ambos denuncian las atrocidades que se están sucediendo a finales del siglo XIX en África y en el Amazonas. Ya va uno entendiendo por qué sus dos obsesiones, por un lado Joseph Conrad y por el otro lado José Eustacio Rivera, En muchas cosas se parecen, incluso en el hecho de que las dos historias están conectadas por un personaje que fue quien realmente denunció ante el mundo los atropellos cometidos por la Casa Arana y que fue enviado por la corona inglesa como cónsul de Manaos para hacer un informe que terminó acabando con las ínfulas y el poder de la Casa Arana. El informe lo hizo Roger Casement, un hombre que une estas dos historias, dos denuncias que hizo Joseph Conrad en África y que terminó haciendo José Eustacio Rivera en el Amazonas. Así lo cuenta Juan Gabriel Vázquez. Cuando viajó al Congo, estuvo en el Congo con el encargo también, un poco como el Capitán Marlow, de Roger Casement, que está en el Congo explorando, investigando, es increíble, Casement está investigando acerca de las atrocidades que está cometiendo Leopoldo II de Bélgica en el Congo. Y luego Casement publica un informe demoledor que le causa muchos problemas a la corona belga, en el que denuncia las atrocidades que se están cometiendo contra la población nativa por la explotación, entre otras cosas, del marfil, pero en particular por, digamos, fenómenos que hoy asociamos a lo peor del colonialismo. pero en particular por fenómenos que hoy asociamos a lo peor del colonialismo. Y ese mismo personaje, Casement, después, por casualidades de la vida, se convirtió en embajador británico. Era cónsul de Manaus. Cónsul de Manaus. Y en esas funciones empezó a interesarse por los rumores de atrocidades, nuevamente, de mutilaciones, violaciones, asesinatos, que se estaban cometiendo contra los indígenas de la selva, limítrofe entre Perú y Colombia, en particular por parte de la explotación cauchera, la explotación del caucho de una institución en particular, una empresa que era la Casarana. Y él investiga Casement, tal como investigó en el Congo las atrocidades de allá, investiga las de acá. Mandado por la corona. Y publica un informe, también demoledor, que también le causa problemas a la corona británica, sí, pero también a la Casarana. Y esto es más o menos en 1910, y años después llega este otro personaje que nos interesa hoy, José Eustacio Rivera, y empieza a enterarse de las mismas atrocidades y vuelve a denunciarlas y de ahí sale la vorágine. Claro, es que hay una, cada vez que usted habla de José Eustazo Rivera, uno dice, bueno, tiene mucho que ver también con lo que hizo Joseph Conrad. Así es. Son muy parecidos en su manera de mirar. Guardadas todas las proporciones, la vorágine es el corazón de las tinieblas de nosotros, de América Latina. Esto es A Fondo. Mi nombre es María Jimena Duzán. A Fondo es un podcast producido por Mafialand. Producción general, Juan Diego Barrera. Gestora de audiencias, Beatriz Acevedo. Postproducción de audio, Daniel Chávez Mora. Música original del maestro Oscar Acevedo. Nos pueden escuchar también en mi canal de YouTube. Gracias por escuchar. Soy María Jimena Duzán.